Ha pasado un mes desde que estuve en la clínica. Me cuesta
mucho pronunciar lo que pasó allí, no sé cómo nombrarlo. Tampoco sé, a veces,
cómo nombrar al bebé. Cuando estoy con gente me resulta difícil, difícil decir
“el bebé”, o decir “mi hijo”. Me da la sensación de que la gente no lo va a
entender, va a pensar que … no sé. Esta semana tuve otra respuesta de asombro
cuando dije “Lo hubiera tenido”; siempre hay “Qué tontería”, “¿Qué dices?”, “Es
una locura”. Me pregunto por qué pasa eso, por qué tenemos (yo tenía) tan claro
eso, que es una locura, que no tiene de suceder, que viene a robarte algo. Qué
hace tener esa primera reacción y no otra. “Tú lo tenías claro”, me dicen
también, eso también duele. “Dices eso porque te sientes culpable”. Yo intento
pronunciar “Me he perdido la oportunidad de conocerlo, ya no voy a conocerlo” y
no puedo, sólo balbuceo “Es difícil de explicar”.
jueves, 28 de enero de 2016
domingo, 17 de enero de 2016
martes, 12 de enero de 2016
La cuestión es que esto es lo que se supone que soy ahora:
-
Una mujer que ejerció su derecho y mandó sobre
su cuerpo.
-
Una mujer que tomó la decisión correcta.
-
Una mujer que tomó la decisión más sensata.
Tener un hijo en estas condiciones hubiera sido una responsabilidad.
-
Una mujer que no había decidido tener un hijo y,
por tanto, a la que nada ni nadie podía obligar a tenerlo.
Y mis amigas y amigos luchan por defender a esa mujer cuando me ven mal, como una forma de ayudarme.
Probablemente yo también lo haría si la que hubiera abortado fuera otra, de
hecho, yo también lo hacía, yo también defendía
a esa mujer cuando lo hice, lo hacía por ella, por su libertad, su
felicidad y su dignidad.
Sin embargo, algo ha pasado desde entonces, algo no ha salido bien. Porque esa mujer no
soy yo, me es ajena y no tiene nada que ver con este dolor.
sábado, 9 de enero de 2016
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