Hace unos días, una amiga me comentaba que, aunque le
gustaría tener un hijo, no lo tendría nunca porque sabía que nunca sería una
buena mamá. Su ansiedad, sus problemas depresivos, su dificultad para aguantar
el estrés y la presión en el trabajo, su inseguridad, su miedo al futuro. En ese momento a mí me
pareció tan claro, y le dije: justamente todo eso es una razón para ser madre y
trabajar en amar mejor, en vivir mejor si es lo que
en el fondo quieres. Porque todo eso, todo lo demás, no es nuestro. Si no, si
nos rendimos, ¿qué nos queda?
También me contaron el relato de otras mamás que habían
sufrido un aborto provocado. La mayoría, por sus condiciones de trabajo. Por la
imposibilidad de poder criar a un niño si te esperan 11 horas diarias en una
cooperativa de frutas, por ejemplo. Voy a intentar buscar esos relatos y darlos a conocer.
Hace 8 meses a mí esto no me hubiera parecido tan claro,
obvio. Sé que este tema, y este blog, sigue creando mucha controversia y que
hay gente que piensa que voy en contra de mi
libertad con lo que digo. Pero es muy simple. Que lo llamen dificultad, imposibilidad,
explotación, condiciones de trabajo, pobreza. En estos casos, en los que se
decide algo que ya esta previamente decidido, que lo llamen obligación, que tengan la valentía de
llamarlo así, pistola en la nuca.
Pero que no lo llamen dignidad, y ya está.