martes, 12 de enero de 2016

La cuestión es que esto es lo que se supone que soy ahora:


-       Una mujer que ejerció su derecho y mandó sobre su cuerpo.
-       Una mujer que tomó la decisión correcta.
-       Una mujer que tomó la decisión más sensata. Tener un hijo en estas condiciones hubiera sido una responsabilidad.
-       Una mujer que no había decidido tener un hijo y, por tanto, a la que nada ni nadie podía obligar a tenerlo.


Y mis amigas y amigos luchan por defender a esa mujer cuando me ven mal, como una forma de ayudarme. Probablemente yo también lo haría si la que hubiera abortado fuera otra, de hecho, yo también lo hacía, yo también defendía a esa mujer cuando lo hice, lo hacía por ella, por su libertad, su felicidad y su dignidad.

Sin embargo, algo ha pasado desde entonces, algo no ha salido bien. Porque esa mujer no soy yo, me es ajena y no tiene nada que ver con este dolor.