jueves, 28 de enero de 2016


Ha pasado un mes desde que estuve en la clínica. Me cuesta mucho pronunciar lo que pasó allí, no sé cómo nombrarlo. Tampoco sé, a veces, cómo nombrar al bebé. Cuando estoy con gente me resulta difícil, difícil decir “el bebé”, o decir “mi hijo”. Me da la sensación de que la gente no lo va a entender, va a pensar que … no sé. Esta semana tuve otra respuesta de asombro cuando dije “Lo hubiera tenido”; siempre hay “Qué tontería”, “¿Qué dices?”, “Es una locura”. Me pregunto por qué pasa eso, por qué tenemos (yo tenía) tan claro eso, que es una locura, que no tiene de suceder, que viene a robarte algo. Qué hace tener esa primera reacción y no otra. “Tú lo tenías claro”, me dicen también, eso también duele. “Dices eso porque te sientes culpable”. Yo intento pronunciar “Me he perdido la oportunidad de conocerlo, ya no voy a conocerlo” y no puedo, sólo balbuceo “Es difícil de explicar”.