Ayer me di cuenta de una cosa más.
Estos días pienso mucho en cómo nos relacionamos
defendiéndonos del otro. “Ese tío va a ser un capullo, va a hacerme daño”. “Esa
tía me va a quitar mi libertad”.Y parece que nos acercamos así, con las manos hacia
delante, en posición defensiva. Nos conocemos compitiendo, con una idea de la
otra persona que configura también la idea que tenemos de nosotros mismos. Nos acercamos
separándonos.
Otra de las razones por las que yo aborté, es esa.
Automáticamente saltó el resorte defensivo. Como en una guerra, saqué un
escudo, me defendí del enemigo, acabé con él. Porque era lo que tenía que
hacer, porque esto es una guerra. Porque hay que ser competente.
Lo que pasa es que no era por nosotros por quien luchaba, ni por nuestra
vida ni nuestra libertad.