jueves, 4 de febrero de 2016

No, no soy yo sola: ojo. Algunos piensan que soy la mujer mala y asesina que acabó con una vida por puro egoísmo. Otros, que soy una mujer valiente,  que hizo lo que tenía que hacer, por ella y por ese hijo, que no era ni hijo, ni era nada, pero que hizo lo que tenía que hacer.


Pues no, no soy yo sola. Soy yo y mi hijo, o mi hija, pero también vosotros, y vosotras. La mujer que se sentía con vergüenza de sí misma cuando apenas temía estar embarazada, no era una mujer loca,  con todo eso viniendo a su cabeza de la nada. La mujer que se sintió muerta de miedo pensando en el trabajo no era una mujer independiente, tomando su decisión en una burbuja, con todas las posibilidades por delante y todo el tiempo del mundo para pensar. Y la mujer que pagó 450 euros ese día y aceptó un contrato en el que le hicieron firmar que hacía eso “por ver peligrar su vida a causa del embarazo”, ingresó el dinero en la cuenta de alguien.


¿Que es una irresponsabilidad tener un hijo cuando no tienes un trabajo estable? ¿Que es una locura dejar crecer a un hijo que no habías planeado porque un hijo “es una cosa muy seria”? Qué fácilmente nos vienen esas frases a la cabeza. Los de la asesina, me hicieron sentir culpable por matarlo. Los otros, los de la heroína, me hicieron sentir culpable por haberme tan siquiera atrevido a pensar en que quería tenerlo.


Así que a mí me parece que aquí hay algo que chirría, si los que pagamos el pato somos mi hijo y yo. Y vosotros, vosotros también lo pagáis.



Yo no soy culpable: soy responsable de la decisión que tomé, pero soy una fracción, un porcentaje pequeño en el diagrama de los factores que acabaron con la vida de mi hijo, del hijo que ya no voy a ver crecer. Y no soy culpable por llamarlo hijo. Soy madre.